martes, 6 de diciembre de 2011

Conquista

Los conquistadores de España, vinieron a estas tierras movidos por la insaciable sed de oro y riquezas, y a su paso sembraron crueldades y servidumbre. En nombre de Dios y de los reyes católicos de España, colonizaron la tierra, mataron las naciones indígenas y robaron el oro y las riquezas que guardaron como tesoros reales, marcados y fundidos.

"Ante la lectura realizada por Martín Fernández de Enciso el primer español que piso tierras colombianas y el primer abogado en pisar tierra firme, de la redacción de los célebres requerimientos  y que ese procedimiento hubiera sido adoptado y ordenado por las autoridades españolas, no faltó la ironía y desprecio con que algún indígena, al oír la lectura del documento, le rearguyó en contra de la autoridad que pudiera tener el papa o los reyes sobre las tierras que eran de los indios."

La enorme riqueza de estas tierras de América, despertó entre los conquistadores la ambición, donde muchos perecieron por la vil traición de sus colegas. Muchos fueron exterminados por los indios, con flechas y lanzas en la defensa de sus tierras, su oro y su vida. Otros por las miles de enfermedades que diezmaron tropas, las inundaciones dificultaban las marchas, el peligro los asediaba: Las feroces tribus indígenas, jaguares y reptiles monstruosos, la espesura de la selva y el implacable mar, afligió y termino con la vida de muchos colonizadores.

Mónica López



BALBOA Y EL HIJO DEL CACIQUE COMAGRE


El Hidalgo Vasco Núñez de Balboa, descubrió por conocimiento del  Cacique Comagre, la existencia del mar del sur. Salió de Santa María la Antigua del Darién, con 190 españoles y cerca de mil indios. Tras dura peregrinación llegaron al pie de la cumbre de cuarecría, el 25 de septiembre de 1513. En esta ocasión la más grande de su vida, le fue de incalculable valor la amistad y servicios de Panquiaco, hijo del Cacique Comagre. Balboa ordenó a sus hombres permanecer al pie de la montaña, escalándola él solo con su perro Leoncico. Al llegar a la cumbre quedó extasiado a la vista del inmenso mar que acababa de descubrir. Puesta en tierra una rodilla, dio gracias a Dios. Inició entonces el viaje hacia el mar llegando a sus orillas el 29 de septiembre. Balboa esperó la marea alta, entró al agua con rodela y espada desnuda y enarbolando el estandarte real, tomó posesión del océano, en nombre de Dios y de los reyes de España. Acababa de realizarse una de las más grandes hazañas de la conquista. Los reyes de España dieron a Núñez de Balboa el titulo de Adelantado del mar del sur. Jamás pudo imaginar el trágico final que le esperaba a manos del envidioso suegro, el gobernador Pedro Arias Dávila, en quien despertó un sentimiento de odio hacia él y cometió la felonía de hacer decapitar a su yerno. Sentencia que se cumplió en la plaza de Acla en 1517. El Adelantado marchó hacia el lugar del suplicio precedido de un pregonero que en alta voz, decía: “Esta es la justicia que manda hacer el Rey Nuestro Señor, y Pedrarias su Lugarteniente, a este hombre por traidor y usurpador de las tierras sujetas a su real corona”.
 
 
    RODRIGO DE BASTIDAS
 
Oriundo de Sevilla, acompañado de Alonso de Ojeda, descubrió en los años 1500 y 1501, en compañía de Juan de la Cosa, el litoral Atlántico, desde el Cabo de la Vela hasta la desembocadura del río que llamó de la Magdalena, por haber llegado en la fecha que celebra la iglesia la conversión de Santa María Magdalena. De aquí prosiguió bordeando la costa hasta el Golfo de Urabá. Primer Adelantado, Gobernador y Capitán de Santa Marta. Comenzó el exterminio de la cultura Tayrona, una de las culturas más desarrolladas de América con 250 años de existencia. Tribu a tribu destruyó y saqueó a casi 70 kilómetros a la redonda de Santa Marta hasta escapar a la Sierra Nevada, Koguis, Ikas y Sankas. Fue llamada Nueva Andalucía. De allí partieron la mayoría de exploradores al interior y al sur de la costa norte de Colombia. Rodrigo de Bastidas preso en España fue absuelto y fue herido a puñaladas por su Lugarteniente Juan de Villa Fuerte.


 SUPLICIO DE PEDRO DE AÑASCO


Añasco una vez establecida la colonia de Guacacallo o Timaná, ordenó a todos los caciques de las tierras por él conquistadas rendirles vasallaje, mas como el cacique, hijo de la Gaitana, se negara a obedecerle, lo hizo comparecer a su presencia y ante los ojos de su madre lo sacrificó, quemándolo vivo, despertando profundo rencor y rebeldía en la infeliz cacica. Comprometió ésta en su venganza al cacique Pionza, quien le juró entregarle vivo al victimario de su hijo. Pionza al frente de doce mil hombres armados de flechas, hondas y macanas, aguardaba el momento propicio en el valle de Ayunga, un oscuro amanecer. Entre espantosa gritería y ensordecedores ruidos las huestes de Pionza y sus aliados yalcones y paeces, cayeron sobre el campamento de Añasco. Fue dura la refriega, más al fin Don Pedro cayó prisionero y entregado a la justa furia de la cacica vengadora. Cuando lo tuvo en su poder le sacó los ojos, le hizo un hueco en la mandíbula inferior y por allí le introdujo una cuerda, cuya punta sacó por la boca; así lo llevo por los poblados indígenas entre el sarcasmo de los indios, mutilándole poco a poco los miembros hasta que expiró en medio de los más atroces dolores. La Gaitana continuó soliviantando las tribus indígenas, contra los españoles hasta que misteriosamente desapareció. Esto ocurrió entre 1540 y 1541.

LOS CACIQUES DE LA RESISTENCIA
 
Fueron numerosos jefes indígenas que opusieron tenaz resistencia a la invasión española. Tres de esos jefes merecen buen recuerdo de todos. Nabascadas es el nombre del primero: Jefe indígena quimbaya que en 1603 trató de sublevar toda la región contra los invasores, habiendo sido delatado por el cura doctrinero del pueblo. Pipatón es el segundo, y su nombre sugiere episodios de valor en defensa de sus dominios en el Carare y Santander. Al frente de los Yareguíes y aliado con Itupeque y con Veto, ocasionó notables disturbios e impidió el tráfico por la región del Magdalena. Chanviragua fue otro cacique que unido a Sagitama, Aupirama y Ancora, jefes de la provincia de Picara, presentaron resistencia al Mariscal Robledo cuando éste, aliado con los carrapas, invadió sus dominios. En la lucha de los naturales, con los europeos en esta región, la mayoría de los indígenas rebeldes perecieron en los combates; otros fueron devorados por los carrapas y algunos pocos se rindieron a los españoles.


Después de aproximadamente cuarenta años de emprendida la conquista, los rezagados conquistadores solo encontraban a su paso un corto número de casas pajizas, las gentes flacas y amarillentas, vestidas de lienzos del país, con camisetas y alpargatas. Las armas brillantes, tocas de terciopelo con plumas flotantes, ropas de seda y espuelas doradas, que portaban las galanas flotas de los españoles, contrastaban visiblemente el saqueo y exterminio de estas pobres gentes a quienes engañaron con gorras rojas, cuentas de vidrio y otras baratijas.

Textos e imagenes de (Movifoto S.A. 1968)



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